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Suggested Citation:"1 Introduccin." National Research Council. 1999. Building Ocean Science Partnerships: The United States and Mexico Working Together. Washington, DC: The National Academies Press. doi: 10.17226/5874.
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FIGURA 1.1

Vista global de las áreas costeras y oceánicas de los Estados Unidos y México a las que se refiere el informe. Se muestran los límites aproximados de las zonas económicas exclusivas de las dos naciones. Fuente: Modificado de Ross y Fenwick (1992).

des definidas por la Tercera Convención de las Naciones Unidas sobre las Leyes del Mar (CONVEMAR). Para prepararse en la implementación de la CONVEMAR muchos países costeros y en vías de desarrollo hicieron significativas inversiones en ciencias marinas durante los años 70.

Como otras naciones costeras en desarrollo, México siguió este curso. Circunstancia muy diferente a lo ocurrido en los Estados Unidos. En los años 70, México financió proyectos conjuntos con recursos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con fondos nacionales y, en un menor nivel, a través de préstamos del Banco Mundial y de otros bancos. Todas estas entidades orientaban su financiamiento hacia el desarrollo de infraestructura física y de recursos humanos, fue así que México enfatizó estos aspectos de su desarrollo. Había relativamente poco financiamiento disponible, de fuentes internacionales, para la investigación. Por ejemplo, la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) enfocaba su apoyo hacia programas para el desarrollo de infraestructura, en contraposición a financiar la investigación científica básica. Sin embargo, había un compromiso subyacente que suponía que los países en desarrollo pro

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veerían recursos propios para la investigación una vez que la infraestructura básica fuese establecida.

En los años 70, México hizo una gran inversión en ciencias marinas. A principios de la década, una política de mediano a largo plazo reunió al gobierno federal, a los gobiernos estatales, a las universidades y a las instituciones de investigación. Un gran número de expertos y profesores extranjeros visitantes participaron. México financió un gran número de becas de posgrado para estudiantes mexicanos en diversas instituciones de México y del extranjero (por ejemplo en los Estados Unidos, Canadá, España, Francia, Bélgica, Holanda, Alemania, Israel, Noruega, Suecia, la Unión Soviética, Japón, Australia y Chile), la mayoría con fondos mexicanos y con apoyos adicionales del PNUD. Estas becas tuvieron como propósito construir, al nivel de doctorado, la masa crítica fundamental de recursos humanos. Otras inversiones fueron destinadas a fortalecer las instituciones ya existentes, a crear nuevos centros de investigación en diferentes partes del país, y para comprar equipo y construir infraestructura de acuerdo con las necesidades nacionales y compromisos internacionales.

La Conferencia UNCLOS culminó en 1982 con la aprobación de la Convención de las Leyes del Mar y empezó así su proceso de ratificación. Casi simultáneamente, el mundo, especialmente en los países en vías de desarrollo, se hundió en una crisis de deuda internacional. En 1994, culminó la ratificación de la CONVEMAR y la Convención de la CONVEMAR entró en vigor. A causa de la crisis de la deuda externa mexicana, fue difícil obtener fondos significativos para la investigación en México y la ciencia marina mexicana se encontraba en desventaja al tiempo que en los Estados Unidos se hacían avances significativos en el financiamiento de las ciencias oceánicas.

Para aminorar esta situación se formó una asociación trilateral entre la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACyT) y Petróleos Mexicanos (PEMEX). Ésta incluía la operación y mantenimiento de dos buques mexicanos para la investigación, en alta mar, y les permitió a los oceanógrafos mexicanos la oportunidad de participar en el desarrollo de la investigación en mar abierto. La asociación trilateral fue un gran paso adelante y un éxito nacional úinico. Después de firmar el acuerdo, comenzó la parte más difícil: desarrollar el conocimiento necesario sobre la ciencia del océano en las instituciones mexicanas, fortalecer la infraestructura física para las ciencias oceánicas y establecer mecanismos adecuados de evaluación por arbitraje.

Los tres socios tuvieron preocupaciones financieras y una falta de entendimiento de que la investigación en mar abierto sólo puede realizarse con apoyo financiero ininterrumpido. Desafortunadamente, como resultado de la crisis de la deuda, este proyecto perdió su soporte político y presupuestario. Con el disminuido acceso a los buques para la investigación, el apoyo a las ciencias oceánicas mexicanas se volvió más difícil. Entre las décadas 80 y 90, los esfuerzos mexicanos en las ciencias oceánicas continuaron bajo condiciones presupuestales depri

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midas. Sin embargo, durante este tiempo México participó en varias actividades y eventos oceanográficos internacionales, tales como ser anfitrión de la Asamblea Oceanográfica Conjunta realizada en Acapulco, México en 1988, de la cual resultó Oceanografía 1988 (Ayala-Castañares et al., 1989).

Los esfuerzos y la inversión Mexicana en desarrollo oceanográfico desde 1970 hasta 1990 no fueron unilaterales; ocurrieron como una respuesta a la urgente necesidad geopolítica de México por establecer los medios para ejercer sus derechos soberanos y para sostener los recursos dentro de sus aguas territoriales y jurisdiccionales. Se puede encontrar más información sobre estos aspectos en Ayala-Castañares y Escobar (1996).

La importancia concedida a los asuntos relacionados con las costas y los océanos difiere entre los Estados Unidos y México de manera significativa. En los Estados Unidos, la densidad de la población costera está creciendo de manera más rápida que en las partes interiores de ese país y una alta proporción (45%) de la población de los Estados Unidos vive en condados costeros (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica, 1990). La población mexicana y su historia moderna se han concentrado en el interior del país, el cual es geográicamente más frío y más conducente a la agricultura. Los Estados Unidos siempre han sido una nación marítima. Esta característica ha influido de forma importante en su desarrollo nacional yen el uso de sus recursos; desde las rutas marítimas comerciales de la Colonia hasta las actividades navales de la Guerra Fría. México ha estado mucho más enfocado hacia el desarrollo de sus recursos terrestres del altiplano y aquellos cercanos a sus costas.

Estas diferencias en historia, tradiciones marítimas, modelos comerciales y de desarrollo han afectado el enfoque y la planeación marítima en los dos países. Por ejemplo, el reconocimiento del valor de las ciencias marinas y de la educación marina como necesario para la toma de decisiones dentro del contexto más amplio de las políticas gubernamentales y nacionales, aunque relativamente modesto en los Estados Unidos, ha sido aún más modesto en México. La ubicación de plantas eléctricas en las áreas costeras de México es considerada altamente apropiada y menos sujeta a reacciones adversas por la ciudadanía local que en los Estados Unidos. Contrariamente, hay sectores en la vida nacional mexicana en los que relevantes asuntos relacionados con el océano tienen la misma importancia como en los sectores correspondientes de los Estados Unidos, aunque en ocasiones no lo reconozcan los responsables de la toma de decisiones en México. Por ejemplo, el desarrollo de una economía turística muy importante para México, ha sido posible gracias a la ocurrencia de ecosistemas arrecifales, tropicales y subtropicales, relativamente vírgenes, pero exquisitamente sensibles. Asímismo, la producción de petróleo y gas natural en alta mar constituye una importante componente de la economía mexicana y representa un estímulo decisivo para el desarrollo nacional. Esta industria depende del conocimiento generado por geólogos marinos para la exploración y de información de biólogos, químicos y

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físicos marinos para asegurar que las actividades desarrolladas no dañen el medio ambiente marino.

Estas diferencias económicas, históricas y culturales entre las dos naciones conllevan a diferencias en el enfoque de las prioridades requeridas para responder a los problemas ambientales marinos y se reflejan en el nivel de recursos dedicados al apoyo de las ciencias oceánicas, imprescindible para entender tales problemas. No obstante estas diferencias, el océano ignora las fronteras nacionales. México y los Estados Unidos están inextricablemente unidos en la búsqueda de soluciones científicas para muchos problemas marinos apremiantes que afectan a ambas naciones. A continuación se citan ejemplos de algunos temas cuya consecución, mediante un acercamiento binacional coordinado, es claramente más ventajosa que los esfuerzos puramente nacionales.

PESCA

Diversos cardúmenes de peces y crustáceos se extienden a través de las confluencias de las zonas económicas exclusivas (EEZs) de Estados Unidos y México, por lo que las actividades pesqueras de una nación afectan la disponibilidad de captura en la otra. Dos ejemplos obvios son el camarón y el atún en el Golfo de México y las sardinas y anchovetas en las costas de las Califomias. Adicionalmente a las actividades pesqueras, los efectos indirectos por la alteración del hábitat y por la contaminación pueden afectar la población de peces en las aguas de ambas naciones. En 1987 se inició un programa llamado MEXUS-Pacífico basado en una continua colaboración entre la Pesquería Oceánica Cooperativa de California (California Cooperative Oceanic Fisheries Investigations) y el Instituto Nacional de la Pesca de México (INP). Este programa constituye una colaboración binacional, entre el Centro de Ciencias Pesqueras del Suroeste (Southwest Fisheries Science Center) del Servicio de Pesca Marina de los Estados Unidos (National Marine Fisheries Service {NMFS}) y el INP de México, para recolectar información científica sobre poblaciones compartidas de peces, mamíferos y tortugas. Un programa similar en el Golfo de México, MEXUS-Golfo, fue iniciado en 1977 y constituye un proyecto compartido entre el INP y el Centro de Ciencias Pesqueras del Sureste del NMFS.

México y los Estados Unidos participan en una variedad de organismos multinacionales designados para administrar cardúmenes pelágicos. Igualmente deseable sería la colaboración binacional en la administración de los diversos cardúmenes en áreas costeras compartidas. Tal administración podría lograrse bajo el Acuerdo de 1995 para la instrumentación de las Disposiciones de la Convención de las Naciones Unidas en la Ley de Mar del 10 de Diciembre de 1982, Relativo a la Conservación y Administración de Cardúmenes Dispersos y Grupos de Peces Altamente Migratorios (UN, 1995).

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AVES Y MAMÍFEROS MARINOS

Los mamíferos y las aves marinas constituyen importantes componentes biológicos de la región que incluye la costa del Pacífico de las Californias y el Golfo de California. Al igual que los peces marinos, los mamíferos y las aves marinas desconocen las fronteras internacionales y migran entre las aguas territoriales de México y los Estados Unidos. En efecto, la preocupación pot la administración adecuada de estas especies ha llevado a diversos tratados binacionales e internacionales. Los mamíferos marinos y las aves de mar son económicamente importantes puesto que son depredadores de recursos pesqueros. Como "megafauna carismática" son el foco de considerable preocupación pública y forman la base de una valiosa industria ecotuística en ambas naciones. Pot ejemplo, una sustancial industria ecoturística se centra alrededor de la cría de la ballena gris de California, en las lagunas costeras de Baja California (Laguna Ojo de Liebre, Bahía de Magdalena y San Ignacio), al igual que en la supervisión de los nidos para la crianza de pájaros bobos, golondrinas de mar y pelícanos en las islas a lo largo del Golfo de California (Velarde y Anderson, 1994). Más importante aún, muchas especies de mamíferos marinos y aves de mar comparten, utilizan y requieren de los hábitats marinos en ambos países. Varias especies que se han extinguido o que están en peligro de extinción en los Estados Unidos mantienen importantes poblaciones en Baja California (históricamente, el pelícano pardo y el elefante marino constituyen ejemplos representativos; ejemplos más recientes incluyen al mérgulo de xantus y a las águilas pescadoras). Afortunadamente, existe una historia de colaboración a nivel individual entre biólogos marinos mexicanos y estadounidenses. Sin embargo, los estudios en cooperación están típicamente limitados a personas o a grupos aisiados y no han sido integrados a investigaciones concurrentes de procesos oceanográficos y biofísicos que, como es sabido, son fundamentales para poder determinar la abundancia, distribución y dinámica de las poblaciones de estos grandes depredadores.

CANTIDAD Y CALIDAD DEL AGUA

La cantidad y calidad del agua constituyen importantes asuntos binacionales toda vez que el represamiento del agua de ríos como el Colorado y el Bravo en los Estados Unidos impactan seriamente las aguas costeras colindantes de México y los Estados Unidos. A causa del represamiento de las aguas del río Colorado, el alto Golfo de California ha sido transformado de un delta salobre a un ambiente hipersalino. Este hecho ha alterado el fiujo de sedimentos hacia el golfo y puesto en peligro de extinción a especies tales como la totoaba, un importante integrante de la pesca comercial y deportiva que alguna vez prosperó en las aguas del golfo. La entrada de agua fluvial contaminada proveniente del río Bravo y del vertedero de aguas negras de Tijuana son perjudiciales para los ecosistemas marinos y la salud humana en ambos lados de la frontera. Un manejo efectivo de

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estos problemas requerirá de mejor investigación y monitoreo, aunado a esfuerzos binacionales para conducir actividades científicas dentro de las regiones geográficas donde ocurren los procesos naturales, en vez de restringir los estudios de estos procesos a las fronteras nacionales. La solución de los problemas de contaminación en las costas requerirá también de la cooperación de científicos terrestres. Estos problemas del medio ambiente deberian también ser atendidos a un nivel político.

DESARROLLO DE PETRÓLEO Y GAS

Tanto México como los Estados Unidos tienen extensos recursos explotables de petróleo y gas en sus zonas costeras adyacentes, fuera de la costa de California y a través del Golfo de México. El golfo es particularmente vulnerable al daño proveniente de la contaminación del petróleo y del gas natural debido a su naturaleza semi-cerrada y a los patrones de circulación hidrodinámica. Afortunadamente, aparte de la explosión del IXTOC-1 en 1979, el Golfo de México ha sufrido relativamente pocos dertames petroleros importantes. Sin embargo, los impactos del desarrollo del petróleo y del gas natural en tierra firme han sido sustanciales en algunas regiones de los Estados Unidos (Rabalais, 1996) y México (Botello et al., 1992). La industria del petróleo y del gas natural es un gran motor de la economía regional de las costas de Texas y Louisiana en los Estados Unidos (ver NRC, 1996) y, en México, en los estados de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco y Campeche.

En el Golfo de México yen las aguas contiguas de los estados de Tamaulipas, Veracruz, Tabasco y Campeche se concentra el 96% de la producción nacional de petróleo y de gas natural y se desarrollan las actividades industriales afines de refinación (Vidal et al., 1994d). La Bahía de Campeche contribuye con el 80% de la producción de crudo mexicano, y el 90% de su infraestructura para procesar el petróleo y el gas natural está situada en la zona costera del Golfo de México y en su zona económica exclusiva. Recientes estudios geofísicos conducidos por México han corroborado la existencia de extensos depósitos de petróleo en las aguas profundas del golfo. La combinación de reservas probadas y probables ponen a México dentro de la vanguardia de las naciones productoras de petróleo. La continua producción de petróleo y gas natural en el Golfo de México requerirá de esfuerzos concentrados para proteger los humedales costeros inundados por la marea, los estuarios y los ecosistemas situados costa afuera.

TURISMO Y DESARROLLO

Las zonas costeras de las tres áreas oceánicas consideradas en este informe han sido desarrolladas en mayor o menor grado para el turismo. Históricamente, condiciones culturales y económicas favorables han sido determinantes en el desarrollo de ciertas áreas costeras mexicanas en grandes centros turísticos. Desde

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una perspectiva ambiental, este desarrollo no es enteramente negativo porque gran parte del turismo demanda aguas limpias, y de ambientes marinos y arrecifales bien preservados. El reto es sostener tanto el desarrollo de los beneficios económicos del turismo como la calidad prístina del medio ambiente natural que atrae a los turistas. Por lo demás, y como se mencionó anteriormente, existe un desarrollo residencial relativamente pequeño en las zonas costeras mexicanas. Por el contrario, las zonas costeras de los Estados Unidos están más desarrolladas para el uso residencial y comercial, y algunas están tan desarrolladas que resultan de difícil acceso al público.

DIVERSIDAD BIOLÓGICA

Las áreas marinas analizadas en este informe se distribuyen desde los 10° hasta los 50°N, cubriendo zonas tropicales y templadas. A excepción de algunas formas de ecoturismo, la diversidad de los ecosistemas costeros está amenazada por las actividades arriba descritas. Al igual que en el caso de la pesca, México y los Estados Unidos tienen un importante interés en cooperar para preservar la diversidad biológica marina. La distribución de muchas especies marinas cruza nuestras fronteras comunes y el flujo genético entre poblaciones es frecuentemente necesario para preservar la diversidad genética y la adaptabilidad de las especies. La preservación de la biodiversidad marina es importante para mantener saludables a los ecosistemas marinos e igualmente podría también contribuir al descubrimiento de nuevos productos naturales provenientes de organismos marinos.

MANTENIMIENTO DE LA ZONA COSTERA

Ambas naciones están interesadas en administrar la utilización de sus áreas costeras, lo cual incluye actividades ligadas con cada uno de los temas mencionados con anterioridad. Desafortunadamente, ha habido poca cooperación en términos de la administración de la zona costera; primordialmente porque el manejo de las áreas costeras depende críticamente de las condiciones políticas, socioculturales y ambientales locales, las cuales pueden diferir de aquellas otras localizadas en el país vecino. El estado de California ha tenido un programa de administración de la zona costera desde 1972 y tiene un plan aprobado bajo el Programa de Administración de Zonas Costeras de los Estados Unidos; Texas recientemente recibió la aprobación de un programa similar.

La información necesaria para el manejo racional de las áreas costeras en México es súmamente escasa. Las zonas costeras mexicanas se encuentran relativamente despobladas, y poco se conoce sobre el funcionamiento de los ecosistemas costeros. Por su gran relevancia científica y socioeconómica para el futuro desarrollo sustentable de México, es imperativo que sus zonas costeras sean estudiadas y administradas apropiadamente. La administración y la investi

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gación científica binacional de la zona costera deberían ayudar a mejorar nuestro conocimiento y apoyar el desarrollo de estrategias para el uso racional de las áreas costeras.

Todas las consideraciones anteriores tienen implicaciones prácticas para los gobiernos de los Estados Unidos y de México, pero también existen importantes razones intelectuales para intensificar la colaboración entre ambos países en materia de ciencia marina fundamental. Pocas áreas de la ciencia están tan intrínsecamente vinculadas a zonas transfronterizas y es lógicamente imposible restringirlas ya sea a un lado u otro de una frontera política. Si se exploran los procesos físicos, químicos y biológicos del ecosistema que apoya a las sardinas del Pacífico o si se considera la ecología circundante a las estructuras geológicas del Golfo de México, tales como las infiltraciones de hidrocarburos, resulta evidente que es imposible realizar estudios definitivos e intelectualmente profundos sin incluir sitios en ambos lados de la frontera política. Consecuentemente, en las ciencias marinas, como en pocas otras áreas de la actividad humana, la irreductible inter-dependencia entre las naciones se manifiesta de una manera totalmente transparente. Los Estados Unidos y México tienen dramáticas diferencias económicas e históricas, incluidos los antecedentes culturales. El acercamiento y la colaboración binacionales para enfrentar los retos intelectuales de las ciencias marinas que confrontan a nuestras naciones constituyen un notable ejemplo de mutua co-operación benéfica entre naciones soberanas al igual que un impresionante y positivo ejemplo tanto para sus propios ciudadanos como para la extensa comunidad de naciones.

Sería esperanzador el que este informe consensuado del Grupo de Trabajo Conjunto en Ciencias Oceánicas de la AMC-NRC estimulase un enfocado y duradero esfuerzo que mejorase la colaboración entre los científicos del océano de México y los Estados Unidos para el avance del conocimiento fundamental y el beneficio práctico de ambas naciones. Los siguientes capítulos describen ejemplas de un conjunto de proyectos científicos binacionales (capítulo 2), las acciones generales que deben ser tomadas para alcanzar una ciencia oceánica conjunta (capítulo 3), y las recomendaciones para agilizar nuevas formas de interacción binacional a través de nuestra frontera común (véase capítulo 4).

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Ejemplos de Proyectos y Programas Científicos Promisorios

Este capífulo describe un conjunto de proyectos y programas potenciales que son de interés binacional e importancia científica. Cada tema fue desarrollado por un equipo de oceanógrafos mexicanos y estadounidenses. Los estudios descritos más adelante están diseñados tanto para ilustrar la existencia de un extenso rango de posibles proyectos de interés común e importancia binacional, como para mostrar la riqueza de importantes temas que podrían requerir de la colaboración entre científicos de Estados Unidos y México. Los proyectos presentados no son una lista exhaustiva de temas científicos y se reconoce que reflejan el interés y la experiencia de los miembros del Grupo de Trabajo Conjunto en Ciencias Oceánicas (JWG) de la Academia Mexicana de Ciencias-Consejo Nacional de Investigación (AMC-NRC). La inclusión de propuestas concretas, planes de instrumentación y otros detalles requeridos para iniciar nuevas investigaciones relativas a estos y otros tópicos dependerán de la consulta e inclusión de otros cienfíficos fuera del JWG, por ejemplo, a través de talleres específicos. El desarrollo de otras actividades binacionales en ciencias oceánicas, dependerá de que éstas comprueben ser estudios que sean (1) únicamente de interés científico para los Estados Unidos y México, en aguas adyacentes o significativamente influidas por estas naciones y (2) mejor realizados en colaboración. Otra fuente de ideas para la investigación binacional es el plan del Programa Regional de Investigación Marina del Suroeste (Southwest Regional Marine Research Program) (1996). El JWG identifica en este programa proyectos que deberían realizarse a través de la cooperación utilizando más eficientemente los escasos recursos de ambos países y aprovechando el conocimiento científico disponible (no del todo publicado) en la otra nación. Es posible que cada nación pudiese conducir por si sola la inves

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Building Ocean Science Partnerships describes a set of potential ocean science projects for cooperative research between scientists from the United States and Mexico, particularly focused on the Pacific Coast of California and Baja California, the Gulf of California, and the Gulf of Mexico. Barriers to cooperation between scientists of the two nations are identified, and methods to overcome such barriers are recommended.

The book describes how interactions can be promoted by enhancing opportunities for education and training, building and sharing scientific infrastructure, participating together in large-scale marine research programs and regional ocean observing systems, planning joint science events and publications, and developing sources of binational funding. Building Ocean Science Partnerships will be published in English and Spanish to make its contents widely accessible in the United States and Mexico.

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